Refugio para afectados de catástrofes que elogiaron desde el Papa hasta la ONU

El año pasado un joven argentino en el marco del  IX Congreso Regional de Tecnología de la Arquitectura presentó un novedoso sistema para alojar personas afectadas por una emergencia o catástrofe. Ha merecido elogios en todo el orbe  por su sencillez, confiabilidad, facilidades para el almacenamiento y transporte así como por su rápido armado.

Orgullo argentino: un refugio para afectados de catástrofes que elogiaron desde el Papa hasta la ONUSegún describe la propia web del proyecto, Cmax es un refugio de emergencia que provee una respuesta habitacional inmediata para los refugiados y afectados por catástrofes naturales como tsunamis, ciclones, inundaciones, desplazamientos de tierra, terremotos, conflictos bélicos, pandemias y otros conflictos. El objetivo: dignificar la vida de aquellos que lo perdieron todo y mejorar su calidad de vida en los campos de refugiados.

En el marco del IX Congreso Regional de Tecnología de la Arquitectura, que se realizó desde el miércoles hasta el viernes en nuestra ciudad, el joven que ideó Cmax, el diseñador industrial Nicolás García Mayor, pasó por Santa Fe y dialogó con UNO sobre el invento que el año próximo espera entrar en etapa de producción industrial.

—¿Cómo surgió la idea de hacer un refugio de estas características?

—Cuando hay una inundación –ejemplificó– se concentra la población, los animales, las enfermedades, todo; con lo cual también el proceso de respuesta si no es adecuado, impacta peor que el desastre natural. En realidad, la idea es tratar de dar una solución a estas situaciones. La gente queda sin lugar para vivir y generalmente se desplaza y se instala en una escuela o un club. Son lugares que no están previstos para que se desplace población o que viva gente ahí. Entonces, la idea fue buscar una solución que sea de fácil armado, que se pueda trasladar fácilmente, que ocupe poco espacio pero que otorgue un lugar digno, que esté elevado del piso, entre otros puntos y más. Todos estos detalles fueron analizados y de alguna manera se les dio una respuesta desde el diseño, la ingeniería y desde distintos ámbitos sociológicos. Porque el impacto de una persona que pierde todo, todo por lo que trabajó durante su vida, es un grave problema también. Entonces, todos estos puntos son en los que yo estuve trabajando durante mi período de alumno, hace ya unos cuantos años, y es lo que ya de adulto, después de 17 años, estoy poniendo en marcha como una empresa y una fundación para que sea una solución a la crisis humanitaria más grande que tiene el planeta.

—¿Qué dimensiones tiene esa crisis humanitaria que atravesamos?

—En la actualidad, hay tres veces más desplazados de lo que generó la Segunda Guerra Mundial, estamos hablando de alrededor de 66 millones de personas refugiadas, alrededor de 150 millones de personas desplazadas, y a nivel de cambio climático se está calculando para dentro de 30 años, una cantidad de 760 millones de personas desplazadas por el crecimiento de los océanos, y de pasar de 2 a 4 grados de temperatura del agua. O sea, tenemos procesos muy complicados a nivel ecológico, para los cuales se necesita tener una respuesta para estar preparados.

—¿Cómo funciona esta solución?

—Es una especie de elemento autoportante. Es una caja que se despliega en los laterales y genera un espacio habitacional para una familia de hasta 10 personas. En el momento de enviarlo es compacto, pero al momento de su uso se puede desplegar y generar un espacio habitacional con las condiciones básicas y dignas, para que esas personas puedan atravesar una etapa temporal. Tiene patas telescópicas y un piso rígido que permite que esté elevado del suelo. Generalmente en una inundación el suelo está húmedo y mojado, y darle dignidad en el cuidado de la salud también es uno de los temas importantes. No requiere ningún tipo de herramienta para su ensamblado. Todas características que tiene que ver con una situación de emergencia, que sea algo rápido, simple, económico.

—¿Cómo fue el proceso desde que se te ocurrió la idea hasta que lograste desarrollarlo?

—Largo, complejo, y sigue siéndolo. Pero, bueno, es como se forman las cosas duraderas. Ninguna cosa que realmente valga la pena se hace de un día para el otro. Tal vez en la cultura de hoy se vive buscando el fast food, el llame ya, el compre ya, el consuma hoy, pero creo que también nuestro país se ha formado con gente que ha luchado y sembrado árboles que de alguna manera a nosotros hoy nos están dando sombra. Entonces, en ese sentido, no es ni más ni menos que la lucha de nuestros padres y abuelos que han luchado por vivir en una sociedad un poco mejor, un poco más justa. Y en ese sentido, no es fácil nada, porque nada que realmente valga la pena se hace rápido. Ahí está la elección de cada uno, en qué decide gastar su tiempo de vida, si es en algo que valga la pena solamente para uno, o para otros.

—¿Cuáles son las diferencias con las usuales soluciones que se dan en estos casos?

—Hoy las soluciones en el mundo son, o llevar a toda la población a lugares existentes, que son clubes, escuelas, centros de refugiados y que, por ejemplo, en el terremoto de Haití eso no funcionó porque se demolió todo. Es una de las cosas que pasaron también en el terremoto de Ecuador del año pasado, mucha gente volvió a su casa y quedó aplastada por la caída de muchas estructuras. O sea que ese tipo de soluciones, si bien funciona, no funciona para todos los tipos de desastres naturales. Después están las carpas, las comunes que se usan para camping, y en algunos casos trailers, o algunos elementos rígidos, cuyo traslado es muy costoso, se deben manejar grúas y es muy complejo para una asistencia inmediata. Las carpas no dan una condición digna para vivir, en el sentido que en una inundación no hay lugares secos, no hay lugar digno donde la gente pueda estar viviendo. Aparte de que muchas veces sigue lloviendo y siguen habiendo condiciones climáticas adversas. Recuerdo que cuando fue la inundación de 2003 (a Santa Fe) se mandaron 30.000 tiendas de campaña de Italia y no sirvieron para nada, porque estaban sobre el piso y eran realmente complejas de armar. Necesitaban herramientas, estacas y un montón de cosas. Toda la logística y lo que está involucrado hay que tenerlo en cuenta, y en eso hace énfasis esta solución que propongo.

—¿Cuál es el costo?

—Es muy relativo respecto a lo que sale hoy una tienda de campaña. Estamos enfocados en costos accesibles, y en respuestas que puedan dar una solución mejor a lo que hoy se tiene.

—¿Se pudo aplicar en algún lugar esta solución?

—No, estamos trabajando en los testeos y tenemos la predicción, las ganas y la ansiedad de que salga lo antes posible, pero es probable que el año que viene estemos en producción a escala industrial. Llevan años los testeos, es como cuando se trabaja en un laboratorio para una vacuna, son procesos de pruebas y análisis en laboratorios que llevan años para que se pueda aplicar en la gente. En este caso, se involucra todo un proceso industrial, de matricería y de inversiones millonarias que hay que hacer por un camino ordenado.

—¿Cuál es el recorrido que has hecho con el proyecto?

—La idea tuvo una gran repercusión desde el momento en el que lo pude presentar en la Organización de las Naciones Unidas, y a partir de allí es como que se generó un impacto mediático y de interés en distintas partes del mundo. Hoy recibimos mediante la web y en la oficina llamados de Rusia, China y de todas partes, y esto también me dio a entender que realmente era una buena respuesta a esta problemática. Estamos trabajando muy de cerca con organizaciones muy prestigiosas como Médicos Sin Fronteras, la Red Crescent (Cruz Roja en los Emiratos Árabes), con distintas oficinas de la ONU como la Agencia de Refugiados, Unicef y muchas agencias que están trabajando en temas humanitarios y que, de alguna manera, validan la solución que se propuso en una universidad pública argentina, por un alumno de 20 años que hoy ya es un hombre del doble de edad.

—Y llegó hasta el Papa, ¿qué te dijo Francisco cuando se lo presentaste?

—Tuve la posibilidad de estar invitado, presentándoselo al Santo Padre, y primero me preguntó si estaba patentado (risas). Se nota que el Papa es argentino (más risas). Realmente le pareció bien, no ahondamos en detalles técnicos, pero sí en la misión de tratar de ayudar a la gente, de ayudar a dignificar la vida de las personas que están sufriendo. Claramente me felicitó por eso y cada tanto me ha mandado algún mensaje. Eso me da un aliento muy importante.

—¿Te escribe él personalmente?

—A través de su secretario. Tenemos una cierta relación y eso también mantiene encendida la llama de ese propósito que está enfocado en ayudar al prójimo. Hoy ya con la visión de una empresa que tiene que generar también lo necesario para que esto se multiplique a escala mundial. Así que la verdad que es un desafío en muchos aspectos, legales, administrativos, técnicos, profesionales, personales y comunicacionales también. Por ahora estoy más que feliz en este proyecto, que más que nada yo lo llamo una misión.

Fuente: https://www.unosantafe.com.ar