Una catástrofe es aquella situación de amenaza puntual (por ejemplo un huracán) o bien que sea repetida (Ej: el hambre o la violencia política) que provoca una desestructuración y una ruptura importante del tejido social impidiendo a la población afectada continuar funcionando con normalidad. Por ello es necesario ubicar quién es el protagonista y dónde se pone el foco de la acción, congruente con un enfoque psicosocial y comunitario en catástrofes.
En el año 2000, alrededor de 256 millones de personas resultaron afectadas por desastres naturales, catástrofes y guerras. Los desastres naturales han sido responsables del fallecimiento de 665.598 personas entre 1991-2000, el 83 por ciento de las cuales fueron asiáticas y en proporción mucho menor de América Latina y África. Superado el trance y a medio término, pasan a ser centrales, desde una óptica psicosocial, la necesidad de recuperar rutinas de vida y especialmente poder trabajar y no depender completamente de la ayuda o poder atender por uno mismo las necesidades familiares básicas (cocina, limpieza de ropa). Pasados los primeros momentos de impacto, suele ser relevante intentar evitar las gestiones centralizadas de servicios (cocina, limpieza etc) aunque resulten, en apariencia, algo más mas eficientes en cuanto a su costo.