Crisis climática y rompehielos nucleares para conquistar el Ártico

El año pasado, durante el mes de mayo, Rusia inauguraba en el astillero del Báltico de San Petersburgo un rompehielos alimentado por energía nuclear y de nombre Ural. El primero de tres rompehielos de grandes dimensiones que formaran parte de un ambicioso plan: conquistar el Ártico. ¿Cómo? Aprovechando la ruta marítima que, con el deshielo de los polos, estará cada vez más cercana a ser cruzada, aunque sea empleando naves gigantescas.


El pasado mes de mayo, Rusia inauguraba en el astillero del Báltico de San Petersburgo un rompehielos alimentado por energía nuclear y de nombre Ural. El primero de tres rompehielos de grandes dimensiones que forman parte de un ambicioso plan: conquistar el Ártico. ¿Cómo? Aprovechando la ruta marítima que, con el deshielo de los polos, estará cada vez más cercana a ser cruzada, aunque sea empleando máquinas gigantescas como la inaugurada en 2019.

El Ural se unirá a otros dos rompehielos nucleares, Ártico y Siberia, ya en activo. Sin embargo, Ural no empezará a navegar hasta 2022. La responsable de esta titánica empresa es la corporación rusa Rosatom, propiedad del Estado y especializada en energía nuclear. Con estos tres rompehielos más los que se unan en el futuro, la Rusia de Vladimir Putin quiere controlar la ruta marítima conocida como Ruta del Mar del Norte y que haría posible, con el deshielo del Ártico, conectar durante todo el año Rusia de punta a punta y comunicarse por mar con Noruega y más allá.

Lo que para unos es un desastre natural, hace décadas que para Rusia es una oportunidad de negocio. Por un lado, por la posibilidad de acortar distancias cuando la ruta sea transitable de manera permanente. Pero, principalmente, porque el Ártico cuenta con reservas de petróleo y gas natural todavía por explotar y que, técnicamente, no pertenecen a nadie. De ahí la cuenta atrás para reclamar territorios sin dueño por parte de países como Canadá, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca (por ser propietaria de Groenlandia) y la propia Rusia.

El Ártico, la última frontera

Lo que conocemos como Ártico engloba el Polo Norte terráqueo y mucho más. Incluye territorio de los países antes mencionados: Rusia, Estados Unidos (por Alaska), Canadá, Islandia y Dinamarca (por Groenlandia). También forman parte Suecia, Noruega y Finlandia. En total, aproximadamente unos 16’5 millones de kilómetros cuadrados. Y parte de ese terreno está todavía por conquistar o, al menos, no tiene un claro propietario.

Lo que sí está claro es que a pesar de las consecuencias desastrosas a nivel climático, biológico y humano, desde el punto de vista geoestratético, que el Ártico se deshiele y sea cada vez más accesible implica tener un acceso más fácil a los recursos naturales que esconde bajo capas de hielo. Según publicaba The Guardian, el Servicio Geológico de Estados Unidos estima que el Ártico alberga el 22% de petróleo y gas todavía por descubrir de todo el mundo.

Fuente: Susie Harder – Arctic Council

Y es que desde que en 1878, el finlandés y sueco Adolf Erik Nordenskiöld cruzara por primera vez la Ruta del Mar del Norte, los países de la zona han querido repetir la expedición y, algunos, reclamar territorio del Ártico para sí mismos. Precisamente, desde los años 30 del siglo XX, Rusia ha sido quien ha administrado esta ruta de manera oficial. Y entre 2011 y 2016 ha cruzado la ruta en más de 150 ocasiones. Y aunque en agosto de 2017 se produjo la primera travesía sin rompehielos, en la mayoría de ocasiones la ruta sólo es abordable con rompehielos de grandes dimensiones.

Los científicos llevan advirtiendo desde hace años del progresivo deshielo del Ártico. Y algunos se aventuran a dar fechas concretas de cuándo el Polo Norte estará libre de hielo. En cualquier caso, Rusia lleva tiempo preparándose para ese momento y, durante la espera, prepara su propia flota de rompehielos nucleares que surquen sin problemas esta futura ruta comercial y de explotación de recursos.

El plan de Rusia y Vladimir Putin

Comenzaba este artículo con la inauguración del rompehielos nuclear Ural. Ordenado en 2012 e inaugurado en 2019, no se pondrá en servicio hasta 2022. Por su parte, sus dos hermanos, Ártico y Siberia, llevan terminados desde 2016 y 2017 respectivamente.

En cuanto a los datos técnicos del Ural, necesita 75 personas para funcionar, se mueve a 22 nudos (41 kilómetros por hora), se propulsa por tres ejes alimentados con dos reactores nucleares y dos turbogeneradores y, en cuanto a sus medidas, hace 173 metros de largo y puede mover más de 33.000 toneladas de peso.

Rompehielos Siberia durante su construcción

Las cifras son similares en los otros dos barcos de este trío de rompehielos de clase Project 22220. Esta clase, cuyo diseño finalizó en 2009 y que también se conoce como LK-60Ya, sustituye los rompehielos rusos diseñados en los 80 de clase Arktika o Project 10520. Curiosamente, esta clase de rompehielos ya tuvo dos de ellos con los nombres Siberia y Ártico.

Y a los tres rompehielos Project 22220 se les unirán otros dos, de nombres Yakutiya y Chukotka. Para 2022, el objetivo es contar con cinco rompehielos nucleares de última generación. Y para 2035, la cifra será, según el propio Vladimir Putin, de 13 rompehielos, nueve de ellos nucleares.

La Ruta del Mar del Norte ya es una realidad desde hace años. Sólo en 2017 se transportaron 10’7 millones de toneladas. En 2018, la cifra se dobló, alcanzando los 20’18 millones de toneladas. Y en 2019, la cifra fue de 31’5 millones de toneladas transportadas. Para 2024, la Rusia de Vladimir Putin quiere alcanzar la cifra de 80 millones de toneladas anuales moviéndose entre Europa y Asia. Y con la flota que está construyendo puede que llegue a superar esa cantidad.

Fuente: https://hipertextual.com